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Joanne de Costa Rica a Bnei Brak
! Hola! Me llamo Joana y soy de Costa Rica pero actualmente vivo en Canadá.
Este verano, he voluntariado por dos meses a ADI Bnei Berak.
Durante el tiempo qué he estado en ADI, yo he trabajado con adultos residentes. Yo trabajaba individualmente con la mayoría de los residentes de mi piso, con un sistema de “mirar los ojos”, en que los residentes podrían jugar juegos simples y tomar decisiones a través del movimiento dos ojos. Aquellos que no tenían la habilidad para usar esto sistema han usado Ipad. Cada residente tenia diferentes necesidades y preferencias y yo he trabajado con eso para estar segura qué ellos tenían un bueno momento y que les gustaban interactuar conmigo. También ayudé a alimentar a los adultos y tuve el placer de asistir a un retiro de tres días, donde unos 30 residentes diferentes fueron llevados a un centro turístico en el norte de Israel.
Mi tiempo en ADI definitivamente cambió mi vida. Al principio fue un poco difícil para mí, porque la sucursal de Bnei Brak no tenía tantos voluntarios así y muy pocos trabajadores podrían hablar inglés. Por eso la comunicación fue muy difícil para mí porque no tenía conocimiento del hebreo. Sin embargo, todas las personas que trabajé en ADI fueran extremadamente acogedoras y la barrera del idioma dejó gradualmente de ser un problema.Las pocas personas que hablaban Inglés me ayudaran encontrar mi camino y aquellos que no hablaban ha hecho lo mejor que conseguían para comunicarse conmigo de diferentes maneras.
Todas las veces que caminaba en el edifico, fui recibida con sonrisas y siempre me agradeció la ayuda que les di. Siempre he sentido apreciada y amada durante mi voluntariado en ADI.
….No es preciso tener la capacidad de hablar para poder comunicarse.
Además del ambiente acogedor, lo trabajo que pude hacer y el cambio que pude crear fue extremadamente gratificante. ADI me enseñó que no es necesario hablar el mismo idioma para comunicarse y más allá de eso: no es necesario poder hablar para comunicarse. ADI me enseñó que una simple sonrisa puede decirte todo lo que necesitas. No había nada que me hiciera más feliz que caminar por la mañana y ver a todos los residentes sonreír o mostrar entusiasmo mientras me acercaba a ellos y los saludaba.
ADI me enseñó qué límites hay en nuestras cabezas.
ADI me enseñó que los límites están en nuestras cabezas, lo que quiere lograr es posible siempre que trabaje duro y tenga las oportunidades adecuadas. ADI es esa fuerza, empujando y dando a tantas personas la oportunidad de trabajar duro y lograr mejores cosas.
Hoy miro hacia atrás y estoy muy agradecido de haber sido voluntario con ADI. Pude crecer como persona y aprender que a través de pequeñas acciones puedes hacer una gran diferencia.