Echo, nuestra primera voluntaria de China

La vida en ADI es el recuerdo más preciado de mi vida. Aunque en escasas ocasiones podíamos hacer algo para cambiar las condiciones físicas de los niños en la Unidad de Dependencia Intensiva, solo el hecho de acompañarles y permitirles sentirse amados y respetados, hacíamos sus vidas más fáciles y felices. Difícilmente podemos enseñarles a hablar o a caminar, porque algunos son simplemente especiales, pero podemos enseñarles a amar, cuidar y compartir. Después de todo, la bondad es un lenguaje que los sordos pueden oír y los ciegos pueden ver. Valoro cada día que pasé allí y a todos los que conocí. ¡La experiencia es tan increíble! ¡Definitivamente lo volvería a hacer una segunda vez si tuviera la oportunidad!

Ayuda a los niños de ADI a tener más razones para sonreír

Podemos marcar la diferencia en las vidas de los niños israelís con capacidades severas y complejas, ¡y tú también puedes! Financiando uno de nuestros muchos proyectos transformativos, darás la oportunidad a los niños, a pesar de la gravedad de sus discapacidades, de darle sentido a su vida y mejorar la calidad de ésta.