Mi mejor amiga y yo tuvimos la oportunidad de irnos fuera con una asignatura secundaria del curso de enfermería. Así que cuando Andrea sugirió ir a Israel, dudé un poco al principio. Nunca había estado tan lejos de casa y menos durante 2 meses. De todas maneras, unas semanas después estaba volando hacia Israel.
Una vez llegada a ADI, tuve que acostumbrarme. De repente, había salido de mi zona de confort. Al principio, el trabajo de voluntaria que realizaba no me parecía muy útil. No hablaba el idioma y no sabía qué hacer. Pero poco después, empecé a entender que es muy importante dar a estas personas un extra de amor y de atención. Los residentes de mi casa mostraban poca emoción, lo que me hacía difícil saber lo que querían. Pero un poco de paciencia y amor logran milagros.
Ahora volví a Holanda y miro atrás, a este viaje, y me siento feliz de haber tenido esta oportunidad. Fue una experiencia que no habría querido perder. ADI e Israel se han ganado un cálido lugar en mi corazón.
Enice (19)
Fotos: Lub Post, Urkerland